La pandemia del COVID-19 ha generado una enorme crisis mundial, con gravísimas consecuencias humanas: muertes, suicidios, stress, traumas, padecimientos físicos y subjetivos, miedos, incertidumbres, separaciones familiares, entre otras, sólo comparables a las secuelas de la 2ª Guerra Mundial como sostienen algunos estadistas e intelectuales a nivel mundial. Esta pandemia ha implicado la necesidad de distanciamiento físico obligatorio de millones de seres humanos como medida preventiva pero ello trajo aparejado la paralización de actividades económicas, la pérdida de ingresos familiares, la imposibilidad de traslado a los lugares de trabajo y de asistencia a clases en todos los niveles educativos, el cierre de comercios y servicios, la pérdida de fuentes de trabajo, la reducción de medios de transporte público y el cierre de fronteras en muchos países, entre otros.
El COVID-19 ha mostrado la enorme fragilidad de la vida humana, como también de los sistemas políticos, la economía, los mercados y las instituciones. Pero también ha mostrado el valor de la solidaridad, la responsabilidad social, la vida en común, el irreemplazable lugar del Estado como garante de los derechos y la protección social, la importancia de la inversión pública en salud, servicios sociales, ciencia y tecnología, vivienda, educación, justicia, entre otros. Como lo ha señalado el Papa Francisco: “Nadie se salva solo” y en este sentido la única vacuna con la que contamos actualmente es la responsabilidad y la solidaridad en todos los niveles y ámbitos.
En este mismo sentido, como Presidenta Mundial de la Federación Internacional de Trabajadores Sociales quiero hacer un ferviente llamado a las Empresas de Telecomunicaciones nacionales y transnacionales, apelando a la Ética Pública y la Responsabilidad Social Empresarial, pidiéndoles que liberen el dominio de los sitios web educativos y gubernamentales de los distintos países, para que millones de seres humanos, en especial los de menores recursos, docentes, estudiantes y jubilados, puedan acceder de manera libre y gratuita a estos sitios para sobrellevar el distanciamiento físico, estar comunicados, tener información, acceder a los servicios de salud y servicios sociales básicos, poder trabajar, seguir estudiando, pedir ayuda, contar con espacios de contención, entre otros.
Como Trabajadora Social y Presidenta de una Organización Internacional que representa a millones de Trabajadores Sociales, tengo la obligación de velar por mejores condiciones de vida para todos, por la democratización de los recursos, por mayores derechos y por el acceso igualitario a los bienes y servicios indispensables. En este momento de grave crisis humanitaria, el acceso libre y gratuito a los sitios web educativos y gubernamentales constituye sin dudas un servicio básico indispensable para la vida social y el cuidado de la vida humana.
Quiero agradecer profundamente a todos los trabajadores sociales que están en primera línea trabajando en muy diversos lugares y ámbitos, al personal de los servicios de salud, servicios sociales, servicios de limpieza, transporte público, productores de alimentos, comunicadores sociales, personal de seguridad y científicos, que están trabajando día y noche para cuidarnos, alimentarnos, evitar que el virus se propague, descubrir una vacuna contra el virus, contener a los enfermos y a los familiares de los fallecidos, mantener informada a la ciudadanía, trabajar con los sectores populares en las comunidades, mantener limpios los espacios públicos y muchas otras tareas valiosas y heroicas en estos momentos de crisis.
No dudo que los Empresarios de las Telecomunicaciones van a asumir este compromiso de solidaridad con los más desprotegidos y se van a sumar a quienes en este momento están dando lo mejor de sí y poniendo en riesgo sus propias vidas y el de sus familias para cuidar y proteger la vida de otros.
Dra. Silvana Martínez
Presidenta Federación Internacional de Trabajadores Sociales